jueves, 12 de abril de 2012

El Palacio Embrujado de Belgrano


Se dice que el barrio más maldito de Buenos Aires es Belgrano.


En la esquina de Luis María Campos y José Hernández, en los inicios del pasado siglo, se construyó el llamado «Palacio de los Leones», una excentricidad de un italiano muy rico que estafó a mucha gente con falsas jubilaciones antes de que existiera en el país un sistema de retiro.
Era una construcción con reminiscencias medievales, rodeada de jardines y un pórtico con dos leones, de ahí el nombre del lugar.
Cuando el italiano desapareció tras la estafa, la mansión fue subastada y la adquirió el Dr. Teófilo Lacroze, hijo de Federico.
Se desconocen las razones, pero los Lacroze la abandonaron enseguida, y la tapiaron.
Allí comenzaron los rumores de quejidos y ruidos extraños, chistidos al pasar y una mujer vestida de celeste que se asomaba por entre la vegetación casi selvática que había invadido el parque e incluso salía a la vereda.
Empezó a correr el rumor de que había muerto uno de los serenos y entonces ni siquiera los policías se atrevían a vigilar.



Años después, el castillo fue demolido. En su lugar se construyó un importante edificio de departamentos, pero aún hoy, de noche, se evita pasar por allí.
El Palacio fue construído por Il conte Ernesto Patrizio de Castiglione, había llegado -por segunda vez- a la Argentina a finales de 1898.
Era oriundo del Piamonte, Italia.
El hecho es que siempre, a Castiglione, se lo asoció a practicas oscuras. Incluso, hay registros policiales de comienzos del siglo XX donde oficiales del orden declaran haber llegado hasta la casa "del mago italiano, ante la solicitud de varios vecinos que afirmaban haber visto una gran figura negra en el jardín".


Desde su arribo a Buenos Aires, Patrizio di Castiglione, se codeó con lo más granado de la sociedad porteña.
En noviembre de 1906, en el palacio de la familia Miró, conoció a la joven Amalita Oromí, comprometida en matrimonio con Daniel Requijo.
Patrizio, inició un asedio constante de Amalita, que por ese entonces no superaría los 20 años de edad.
Era de esas niñas que adoraba la sociedad porteña de comienzos del siglo XX. Alegre, candorosa, lectora de novelas rosadas.
Era delgada y pálida, de cabello profundamente oscuro, con ojos claros y penetrantes. Claramente se contraponía con el modelo de mujer de la época, robusta y rosagante, ingredientes propios de la buena salud por alquel entonces.
Castiglione intentó todo para conquistarla. La joven rechazaba cada avance del noble piamontés. Alhajas, flores, vestidos, nada lograba convencer el espíritu de Amalita Oromí.
Harto del hostigamiento y de lo que consideraba una ofensa a su honor, Requijo, en un acto caballaresco, desafió a duelo al propio Fabrizio.
El lugar elegido para el lance fueron unos terrenos de la costa de Tigre.
Daniel Requijo apareció ahogado en las aguas del Río de la Plata. Se supone que iba camino a Tigre, a encontrarse con el Conde. Nunca cayeron sospechas oficiales sobre el mago Castiglione por el hecho. En cambio, muchos hablaron de la "maldición del italiano" y atribuyeron la muerte de Requijo a sus poderes sobrenaturales.
Libre de Requijo, a los pocos meses, el conde reinició el asedio amoroso sobre Amalia. Así, concertó con su padre, Don Eugenio Oromí, el matrimonio con ella.
De nada valieron las resistencias de la joven. Se impuso la fecha de la boda para el 28 de septiembre de 1907.
La semana antes de la boda, Amalia Oromí cayó enferma.
Nada pudieron hacer los facultativos  y el  28 de septiembre, Amalita Oromí murió.
La prima de la difunta, Virginia Acosta Oromí, acusó abiertamente al conde de Castiglione de tener tratos con el Diablo y ofrecer la vida de Amalia como una suerte de macabro sacrificio.
Amalia Oromí, envuelta en un negligée celeste, recibió su cristiana sepultura en la tumba familiar del Cementerio de la Recoleta.


A partir de aquí comienza la historia del Palacio de los Leones.
La tradición oral asevera que Patrizio de Castiglione logró revivir a su amada.
La misma noche en que Amalita Oromí fue enterrada, il conte Patrizio se presentó en la Recoleta. Invocó a las fuerzas del Espíritu de Luz e hizo que la muchacha abandonara el féretro. (Esta historia no debe confundirse con la de Rufina Cambaceres, otra difunta cuya historia es famosa en la Recoleta)
Amalia Oromí era una muerta viva, sin voluntad, sujeta a los designios del conde de Castiglione. Sus ojos claros y penetrantes habían desaparecido. Sólo quedaban dos cuencos blancos, reflejo de la posesión de su alma por el piamontés.
Ahora sería su esclava. Aquello que no había podido tener en vida, lo tendría en la muerte.
La leyenda dice que Amalia fue llevada a vivir por Patrizio al Palacio de los Leones. Era la Zombi Blanca. De noche, solía versela deambular, sin compañía, sin sentido, por el extenso jardín que tenía la propiedad. Incluso, se asomaba a la vereda. En determinadas ocasiones gritaba, aunque algunos afirmaban haber escuchado, también, un lamento profundo, gutural, que venía del interior del Palacio.
Los padres y hermanos de Amalita, alertados por los rumores, fueron un día hasta el cementerio y abrieron la sepultura.
A todos los invadió el horror cuando encontraron el féretro vacío. La historia del Zombi Blanco, se hacía cada vez más palpable...
El Conde Castiglione fue detenido.
Como no existían pruebas contundentes que Amalita Oromí fuera convertida en un zombi (la policía allanó el Palacio y no encontró nada), se lo acusó de profanador de tumbas y estafador. Esto último por haber prometido falsas jubilaciones mucho antes de que existiera en el país un sistema de retiro, como ya expliqué anteriormente.


Siendo conducido a la Penitenciaría Nacional de la calle Las Heras, Patrizio se esfumó como por arte de encantamiento.
Nunca quedó claro cómo escapó. La leyenda afirma, que sus poderes, sirvieron para libertarse de su encarcelamiento.
En tanto, el caserón quedó vacío.
La figura de la mujer, los gritos, los ruidos y los chistidos siguieron escuchándose por muchos años, por lo menos, hasta que el "Palacio de los Leones" fue demolido.
 

domingo, 8 de abril de 2012

Ciudad subterránea en Turquía

Derinkuyu, Misteriosa Ciudad Subterránea en Turquía

En 1963, un habitante de Derinkuyu (en la región de Capadocia, Anatolia central, Turquía), derribando una pared de su casa-cueva, descubrió asombrado que detrás de la misma se encontraba una misteriosa habitación que nunca había visto; esta habitación le llevó a otra, y ésta a otra y a otra… Por casualidad había descubierto la ciudad subterránea de Derinkuyu, cuyo primer nivel pudo ser excavado por los hititas alrededor del año 1400 a.C.
Los arqueólogos comenzaron a estudiar esta fascinante ciudad subterránea abandonada. Consiguieron llegar a los cuarenta metros de profundidad, aunque se cree que tiene un fondo de hasta 85 metros.
En la actualidad se han descubierto 20 niveles subterráneos. Sólo pueden visitarse los ocho niveles superiores; los demás están parcialmente obstruidos o reservados a los arqueólogos y antropólogos que estudian Derinkuyu.



La ciudad fue utilizada como refugio por miles de personas que vivían en el subsuelo para protegerse de las frecuentes invasiones que sufrió Capadocia, en las diversas épocas de su ocupación, y también por los primeros cristianos.
Los enemigos, conscientes del peligro que encerraba introducirse en el interior de la ciudad, por lo general intentaban que la población saliera a la superficie envenenando los pozos.





El interior es asombroso: las galerías subterráneas de Derinkuyu (en las que hay espacio para, al menos, 10.000 personas) podían bloquearse en tres puntos estratégicos desplazando puertas circulares de piedra. Estas pesadas rocas que cerraban el pasillo impedían la entrada de los enemigos. Tenían de 1 a 1,5 metros de altura, unos 50 centímetros de ancho y un peso de hasta 500 Kilos.





En la imagen superior se aprecia cómo la puerta circular de piedra cerraba el pasillo, aislando a los habitantes del subsuelo
Además, Derinkuyu tiene un túnel de casi 8 kilómetros de largo que conduce a otra ciudad subterránea de Capadocia, Kaymakli.



De las ciudades subterráneas de esta zona hablaba el historiador griego Jenofonte. En su obra Anábasis explicaba que las personas que vivían en Anatolia habían excavado sus casas bajo tierra y vivían en alojamientos lo suficientemente grandes como para una familia, sus animales domésticos y los suministros de alimentos que almacenaban.


En los niveles recuperados se han localizado establos, comedores, una iglesia (de planta cruciforme de 20 por 9 metros, con un techo de más de tres metros de altura), cocinas (todavía ennegrecidas por el hollín de las hogueras que se encendían para cocinar), prensas para el vino y para el aceite, bodegas, tiendas de alimentación, una escuela, numerosas habitaciones e, incluso, un bar.
La ciudad se beneficiaba de la existencia de un río subterráneo; tenía pozos de agua y un magnífico sistema de ventilación (se han descubierto 52 pozos de ventilación) que asombra a los ingenieros de la actualidad.


sábado, 7 de abril de 2012

Caso Puccio, amigos del secuestro

La Familia que secuestraba y asesinaba a sus amigos


Todo comenzó en el año 1982, terminaba la guerra de Malvinas y estaba próximo el fin de las dictaduras militares en la Argentina.
En ese contexto, un hombre llamado Arquímedes Puccio, de profesión contador público y ex diplomático, perpetró  un plan para hacerse de dinero: Secuestrar empresarios -que él conocía o que eran amigos de sus hijos- cobrar un rescate y luego matarlos.
Arquímedes Puccio, había sido acusado de secuestrar a un empresario de Bonafide en 1973, pero fue sobreseído por falta de pruebas.
La mentira adoptada para concretar los secuestros es otro de los factores que convierten la historia de los Puccio en algo aún más siniestro: se aprovechaban de la confianza de sus víctimas.
 





Para llevar a cabo su plan, se reunió con varios amigos: Guillermo Fernandez Laborda (amigo desde la década del 70); Roberto Oscar Díaz (empleado en una concesionaria de autos); Rodolfo Franco (coronel retirado) y Herculiano Vilca (albañil). Según se supo más tarde, éste acondicionó el sótano de la casa de Puccio, donde ocultarían las víctimas.
El sótano en forma de "L" había sido ambientado como una cava de vinos. Tras un mueble de dos puertas, montado sobre ruedas, se encontraba una burda puerta que conducía a otra habitación, más pequeña y oscura, recubierta con papel periódico. Un tacho metálico de pintura, vacío y con una tapa sobre uno de sus lados, hacía las veces de improvisado excusado. Una mesita,  y un sucio camastro completaban el mobiliario.
 



Lugar del sótano donde mantenían en cautiverio a las víctimas


Arquimides Puccio


El albañil Vilca

El día 22 de julio de 1982, cometían su primer secuestro, el empresario de 23 años Ricardo Manoukian. Lo atrapan cuando salía de uno de los depósitos de los supermercados Tanti, propiedad de su padre. Era muy conocido de Alejandro Puccio. Iban a fiestas juntos y se saludaban a los abrazos.


Ricardo Manoukian

Su familia pagó 500.000 Dólares de rescate, pero el empresario no fue liberado y no volvieron a verlo con vida. Según fue probado posteriormente, el entregador de Manoukian fue uno de los hijos de Puccio, Alejandro, amigo personal del empresairo secuestrado.
Mientras conducía por Avenida del Libertador, Manoukian observa a su amigo “Alex” Puccio haciéndole señas para que parara a conversar. Fue abordado por la fuerza y a punta de pistola llevado a la casona.
Cuando el cuerpo de Manoukian fue encontrado tenía 3 disparos en la nuca.  Lo habían asesinado el 30 de julio de ese mismo año.
 


Eduardo Aulet

El 5 de mayo de 1983, secuestran al ingeniero Eduardo Aulet.
Acababa de recibirse de ingeniero industrial, estaba casado y tenía entonces 25 años.
Éste también era amigo de Alejandro Puccio, pues habían jugado rugby en el mismo equipo de San Isidro. Cabe aclarar que el hijo de Arquímedes  era un deportista famoso, había jugado en el Club Atlético San Isidro e integrado el equipo del seleccionado nacional de rugby Los Pumas.


Alejandro Puccio en pleno partido

Aulet, también fue asesinado, pero su cadáver recién fue descubierto en 1987, enterrado en un campo de General Rodriguez. De nada le sirvió a su familia haber pagado el rescate de 100.000 Dólares.


Lugar donde fue encontrado el cuerpo de Aulet

El 22 de junio de 1984, el empresario Emilio Naúm de 38 años, dueño de dos conocidas marcas de ropa  ( Mc Taylor)salía de su casa de Palermo Chico todos los días alrededor de las  10 de la mañana. Venía conduciendo su automóvil BMW, cuando vio que Arquímedes le hacía señas para que se detuviera.


Emilio Naúm

Sin desconfiar de nada Naúm detiene la marcha – el clan lo había elegido como su próxima víctima- pero al darse cuenta de lo que estaba sucediendo, se resiste y lo matan de un disparo en el pecho.
Sin embargo, la vida del clan Puccio, estaba por llegar a su fin un año después. El 23 de agosto de 1985, la policía detiene a Laborde que junto con Arquímedes y su hijo Daniel Puccio se disponían a cobrar el rescate de la empresaria Bollini de Prado dueña de la concesionaria Mitsubishi de Lavallol.


Nélida Bollini de Prado tras su liberación

Cuando la encontraron en el sótano de la casa de los Puccio, llevaba ya 32 días de cautiverio – La señora de Prado estaba bastante desmejorada, sin embargo con su ayuda se pudieron aclarar los crímenes del clan.
La residencia de los Puccio se conoció más tarde como la residencia del terror. El sótano donde mantenía a sus víctimas presas era de hormigón armado, para evitar que los ruidos pudiesen ser escuchados desde fuera.



Arquimides Puccio en la actualidad

Algunos vecinos recuerdan a Arquímedes como “el loco de la escoba“. Todavía se preguntan si sus barridas de las 3 de la mañana eran para asegurarse de que no se oyeran los pedidos de auxilio de las personas que mantenían en cautiverio en el sótano, que tenía una salida de aire que daba sobre la calle.
El clan fue detenido, en él estaban también Silvia y Daniel Puccio (hijos de Arquímedes) y Epifania Calvo (su mujer), pero luego fueron liberados.


Daniel "Maguila" Puccio al ser detenido

En esta causa los héroes fueron la telefonista de la vieja empresa ENTEL  que logró ubicar con métodos prehistóricos el llamado saliente que se hacía desde un teléfono público de una confitería en  Av. del Libertador.
De inmediato se la aviso a la Policía, quien cuenta sólo con orden de detener a quien hablase por teléfono en dicho bar. No se sabía si se trataba de una o diez personas. Allí se detuvo al solitario Arquímedes Puccio quien se encontraba extorsionando telefónicamente.




Este fue el punto de partida para aclarar los hechos y liberar a la víctima todavía viva, aún en el sótano. Al ser indagado, Alejandro Puccio declaró no saber de las actividades del padre, pese a vivir allí. A instancias de Aníbal Ibarra -en ese entonces Secretario de la Cámara del Crimen- se llevó a cabo un allanamiento de la casa de los Puccio y se estableció que ninguna persona que viviese en ese lugar  podía ignorar los hechos que allí sucedían, máxime porque se dejaba la radio encendida a alto volumen para evitar que la víctima pudiera pedir  auxilio.


Tras haber estado preso 11 años, Alejandro Puccio sale en libertad bajo fianza en 1997 y muere en julio de 2008.
Arquímedes Puccio fue condenado a cadena perpétua. En la actualidad , se encuentra bajo libertad condicional y vive en la casa de un pastor evangelista, en General Pico, provincia de La Pampa. Estudió Derecho mientras estuvo en prisión y hoy ejerce la profesión de abogado.


Puccio el día que quedó libre
Durante todos los años que estuvo preso, jamás quizo hablar sobre los crímenes que cometió, pero si dijo no estar arrepentido de nada.

Alejandro Puccio muere en 2008 a causas de las secuelas de las lesiones recibidas en 1985 cuando intentó suicidarse en el Palacio de Tribunales arrojándose al vacío desde el quinto piso del edificio y cayó sobre un puesto de la DGI, en el vestíbulo central .

domingo, 1 de abril de 2012

Fotos Antiguas de Buenos Aires

 Buenos Aires nostálgica

Un homenaje a la Buenos Aires de Ayer, la pequeña aldea que se convirtió en metrópolis;
La Perla de Sudamérica, la París del Sur, La Reina del Plata...
Un recorrido por la ciudad aquella que fue y hoy está desapareciendo...
Una mirada nostálgica a todo lo que se perdió...


Avda. Córdoba esquina Esmeralda (c.1928).
Al fondo las cúpulas del "Edificio Bencich", obra del arquitecto Edouard Le Monnier


Florida esquina Marcelo T. de Alvear (c.1925/35).
En primer plano el "Plaza Hotel", inaugurado en 1909  diseñado por el arquitecto alemán Alfred Zucker  para Don Ernesto Tornquist


Avda. Roque Saenz Peña (Diagonal Norte) al 600, (c.1925/35).
A la izquierda, un edificio con cierto aire renacentista italiano ha llegado a nuestros días; en su fachada, un león alado, símbolo de Venecia, alude a su función como entidad bancaria.


Calle Suipacha vista desde Avda. del Libertador (c. 1937)
Al fondo, otro de los "Edificios de Renta" propiedad de los hermanos Bencich, sobre la calle Arroyo


Nació a principios del siglo XVII como "Calle del Sol", luego se la llamó "San Nicolás", más tarde "Inchaurregui" y, finalmente a partir de 1822, "Corrientes", en honor a la provincia homónima.
Calle angosta, pasarían más de 100 años hasta que tomara el rango de Avenida.
Para ello, entre 1930 y 1936, fueron demolidas todas las propiedades del lado norte de la vía y así, Corrientes, dejó de ser angosta.


Dos vistas de las obras de ensanche.
La esquina de la derecha corresponde a donde, en la actualidad, se halla un conocido restaurante de comidas rápidas.
En la inferior se aprecia el cartel de "El Trust", famosa joyería que supo ocupar todo el local de la planta baja



Otra vista de las obras, hacia el fondo el obelisco.


Vista de la intersección con la calle Florida.

A la izquierda, la antigua "Casa Mayorga", famosa por sus artículos de cuero, que se ubicaba en lo que fue el "Palacio Alvear-Elortondo", hoy ocupado por otra hamburguesería.


Detalle del cartel de "Ensanche Corrientes" que se aprecia en la esquina derecha de la foto superior: los obreros apilan prendas de vestir mientras la publicidad lateral anunciaba: "Por fulminante desalojo municipal liquidamos todas las existencias a precio de derrumbe.
Aceptamos ofertas sobre las estanterías".



En el cruce de Corrientes y Avda. 9 de Julio se levantaba la Iglesia de San Nicolás de Bari.
Presente en la historia de la ciudad, sus orígenes databan de 1731; en ella se bautizaron personajes como
Don Mariano Moreno, Don Manuel Dorrego y Don Bartolomé Mitre; además fue uno de los primeros sitios
que lució embanderado con los colores patrios.
El edificio original fue remodelado ( como se ve en la foto) por el arquitecto Arturo Prins en 1904 y, en 1931, fue demolido ya que afectaba  el proyecto de la nueva traza urbana .
El templo fue trasladado a su emplazamiento actual sobre Avda. Santa Fe.
Poco después, en parte del espacio generado, en 1936, se levantó el Obelisco.


Vista de la "Plaza de la República" durante una celebración.

Se distinguen, de izquierda a derecha: Corrientes (aún angosta), Diagonal Norte hacia "Plaza de Mayo" y los edificios que todavía no habían sido demolidos para abrir la Avda. 9 de Julio hacia el sur.


Avda. Corrientes c.1937


Esquina de Bartolomé Mitre y Montevideo  c.1936


Esquina de Victoria y San José c.1936


Vista de la antigua Avda. Alvear, hoy Avda. del Libertador


Sobre la calle Florida, el maravilloso edificio en dónde funcionaba el aristocrático "Jockey Club"


El "Majestic Hotel", primer gran establecimiento de nivel internacional con que contó la ciudad.
Supo alojar a famosas personalidades de la época.


Dos vistas de la "Plaza de Mayo"


"Plaza del Congreso" y el reflejo en las aguas del monumento